OBRAS HIDRÁULICAS
El agua, como recurso esencial, ha sido y es un bien preciado, y su disponibilidad y aprovechamiento ha sido, y es, una de las labores primordiales a las que se han abocado las civilizaciones y sociedades a lo largo de la historia.
Esta necesidad vital ha motivado que a lo largo de los siglos, el hombre haya ido aprendiendo a gestionar el recurso, ingeniando técnicas constructivas capaces de garantizar su disponibilidad, solventando con éxito la temporalidad cíclica con la cual este elemento se presenta en la naturaleza y permitiendo su mejor aprovechamiento hasta alcanzar los actuales niveles de desarrollo, progreso y bienestar.
Las obras o infraestructuras hidráulicas son aquellas que, desarrolladas bajo el ámbito de la ingeniería civil, tienen como protagonista al agua y a su manejo, fundamentalmente persiguiendo dos objetivos primordiales: su aprovechamiento y la defensa ante sus excesos.
Una de las medidas más efectivas para cubrir los periodos de escasez y para controlar los excesos hidrológicos es la construcción de infraestructuras hidráulicas de almacenamiento, regulación y laminación de caudales o, lo que es lo mismo, presas y embalses. Estas obras, cuando están bien planificadas y gestionadas, resultan esenciales para garantizar el bienestar social y ambiental.
En nuestro contexto histórico no podemos entender a las sociedades actuales ni a muchos de los ecosistemas ambientales existentes si no es a través de la regulación de los ríos y cauces naturales. Esta agenda se lleva a cabo mediante la construcción de presas y la creación de embalses de agua. Los embalses deben ser considerados como una fuente de riqueza que facilitan la disponibilidad del recurso agua, activo sin-igual que, en otras circunstancias, difícilmente sería aprovechable.
Además, estas infraestructuras favorecen el uso del agua para todo tipo de procesos agro-alimentarios e industriales, y propician la energía hidroeléctrica, la cual no sólo es la primera energía renovable a nivel mundial, sino que además es decisiva como ninguna otra fuente para el funcionamiento de los sistemas energéticos y del proceso de des-carbonización energética que las matrices energéticas latinoamericanas deben afrontar.
Pero no sólo es eso. La regulación de los ríos, mediante la gestión de presas, es un artilugio decisivo desde el punto de vista de la seguridad pública, por tratarse de infraestructuras enormemente eficaces en la defensa y protección frente a las inundaciones y sus consecuentes y lamentables efectos perniciosos.
Ante episodios naturales de base hidrológica cada vez más frecuentes y de mayor fiereza, las presas contribuyen a evitar cada año la pérdida de gran cantidad de vidas humanas e ingentes daños económicos, gracias a su acción atenuadora ante las grandes avenidas y desbordamientos de los cauces naturales.
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